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Roxana Di Chiaro:

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19.8.08

EL SUSPIRO DEL MORO

El lamento del moro, Francisco Pradilla

Cuentan la leyenda y la historia, que el último moro en España, el rey Mohamed Abu Abdalahyah (Boabdil), debió abandonar la Alhambra (ciudad palatina donde nació y gobernó hasta que llegó el día de la Rendición de Granada, y hubo él de entregar en 1492, el palacio nazarí y su amado reino a manos cristianas).
Cuando llegó la hora de partir, lo hizo en el más absoluto de los silencios y sin mirar atrás. Hasta que a unos 16 kilómetros de la Al-hamra, se detuvo.
La miró, y suspiró profundamente. Razón por la cual, Al Badul (hoy El Padul), se conoce con el nombre del “suspiro del moro”.
Fue entonces, cuando rompió en llanto el moro y se arrojó a los pies de su madre, la sultana Aixa Al-Horrá. Y ella, apartándolo, sin brindarle el consuelo que él le pedía, increpó su vano lamento con estas palabras:
“Bien haces, hijo, en llorar como una mujer, lo que no supiste defender como un hombre”
A él, alude mi mail. Pues hay quienes hablan de suspiro y quienes de lamento.
También por aquel otro moro de Al Andaluz, Muhammad Ben Abí Amir, visir de Al-Hakam II, a quien sucedió en las postrimerías de la Dinastía Omeya. Y a quien crónicas recuerdan con el nombre de Almanzor, inmortalizado, en el cuadro de Francisco Pradilla, de espaldas y vencido en la mítica batalla de Calatañazor, donde fuera derrotado por la cristiandad en el siglo X.

Turka